Hablando del estrés, se me viene a la mente una anécdota que contaba a mis ex compañeras del Liceo y amadas amigas de siempre cuando visité Cali la penúltima vez. Antes de ser madre, ya había encontrado un trabajo en mi propia casa y consistía (y aún consiste) en enseñar español. Desde el principio fue fácil encontrar alumnos pues el nuestro es un idioma apreciado por los rodios y es, por lo general, el tercero o cuarto idioma que decide aprender un griego. No lo aprenden por necesidad como el inglés, ni porque sus padres lo imponen, como el inglés otra vez. Bien, pues mi única ocupación entonces era la de empezar una vez más a experimentar en la cocina pues había abandonado la culinaria después de la universidad en EEUU y al regreso a Colombia, y enseñar mis lecciones de español. Dentro de mis otras labores del hogar, aprendí a no dañar demasiada ropa en la lavadora y a tender ropa en los enemil tipos de tendederos que existen aquí.... NO, no hay secadora en todas las casas! Y sí, el sol está presente más de 300 días al año en la isla de Rodas así que tender la ropa se convirtió en un reto maravillosamente estresante: no debía hacerlo de noche pues los vecinos me decían se dañaba la ropa; no debía hacerlo en los meses vientos del sur provenientes del Africa pues se manchaban con la rojiza arena del Sahara (créanme!); no debía hacerlo a horas de mucho sol pues la ropa se resecaba. De acuerdo, aprendí todas estas reglas del horario del tendido de la manera más lógica: lavaba ropa muy temprano en la mañana y la tendía afuera en primavera y otoño, adentro en verano e invierno. Me aseguraba eso sí, de cumplir con todos estos requisitos. No le conté tantos detalles a mis amigas del Liceo, pero sí les conté de mi estrés! Era tan importante tender la ropa a la hora indicada y en el lugar debido que si por casualidad tenía dos lecciones por la mañana y media hora de descanso entre la primera y la segunda, me estresaba!!!!!! ¿Alcanzaré a tenderla toda entre clase y clase? ¿si ando de afán, se me caerá la sábana azul clarita al jardín del vecino? –nuestro apartamento está en un tercer piso. Ese estrés desapareció también, esa es la buena noticia. Nació otro cuando nació mi hijo Giorgos y este empezó a tirarme la ropa por los balcones, en juego, claro!
Tuesday, November 27, 2007
El estrés
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment